Remedios para la Memoria - Tiberio Fernández Mafla




Remedios para la Memoria

Tiberio Fernández Mafla

Treinta Años del Asesinato de un Sacerdote Comprometido con la Dignidad Humana



No te decimos que descanses en paz, porque queremos verte más activo que nunca en el proceso de humanización de nuestra historia. Más bien te decimos que camines siempre con nosotros en nuestros tortuosos y ensangrentados caminos que van en pos de un mundo menos inhumano.


¡Hasta siempre y hasta siempre!


Javier Giraldo M., S. J.



Nunca te conocimos en persona. Andábamos por entonces en la guardería, la escuela primaria, incluso, ni siquiera andábamos. Quizá en los planes de mamá y papá. Pero treinta años después de tu muerte te recordamos, quienes ya vamos entrando en años, quienes vivimos la niñez, salimos de ella y nos sumergimos en ese caudaloso río de la adolescencia y la juventud. Te recordamos padre Tiberio Fernández Mafla.

Te llevamos en nuestra memoria infantil y juvenil. Aunque sea difícil de creer, pese a tanto terror y horror, el miedo no triunfó y tu memoria sigue aquí, no solo el recuerdo de la vileza con la cual te desaparecieron, torturaron y asesinaron y volvieron a intentar desaparecerte, ese crimen lo recordamos y lo denunciamos, pero, sobre todo recordamos tu ejemplo, tus enseñanzas y tu valentía.

Realmente fuiste una persona, un sacerdote muy valiente. Nos preguntamos ¿cómo en medio de tanta maldad y tanto poder de hacer daño, tu valentía fue tan grande, tu valor jamás dejó de denunciar la represión y la injusticia? Ojalá podamos siquiera vivir con una pequeña parte de esa valentía tuya.

Hoy son treinta años de tú asesinato. Al principio nos contaron algunas cosas del crimen, con el tiempo fuimos aprendiendo otras y tejiendo el hilo de tu vida. Recogiendo de las semillas de memoria que la gente ha ido plantando aquí y allá. Siembras de memoria que hablan de algunos momentos familiares, del quehacer sacerdotal y su herencia política y espiritual.

La Cocina y la Risa en Familia

Un periodista llamado César A. Marín recogió palabras de tu sobrina Gladys Fernández Giraldo y de tu sobrino Gerardo Fernández, que nos ayudan a saber lo siguiente:

En las palabras Gladys, fuiste un maestro, un amigo, un cómplice en su proceso de vida como niña que estaba construyendo en ese momento de su vida, la persona que hoy es. La ayudaste a ser sensible con las problemáticas sociales, a rescatar la importancia del liderazgo y el compromiso con las comunidades campesinas y más necesitadas. Gladys no duda en sostener que te lleva en el corazón.

Yo digo que lo que soy hoy se lo debo a mi tío, quien -al igual que yo- nació en la vereda La Vigorosa, corregimiento de Salónica, del municipio de Riofrío.

Pero, no era ese lugar de tío sabio y comprometido el único rostro que veían en familia. Está muy presente su destreza para la cocina. Apenas llegabas a la casa en La Vigorosa, con hermanas y hermanos, te metías a la cocina a preparar la merienda y a contar cuentos y chistes, a hace reír a la gente que amabas y te amaba. Pero no era solo la merienda de chocolate y arepa, que por las montañas frías de la cordillera central, saben tan pero tan bien. No, no, no. La cuestión de la cocina iba más allá, eras de preparar sancocho y fríjoles, incluso, hojaldres con la mamá de Gladys.

César A. Marín, además de lo dicho, siembra esta hermosa semilla de memoria que le brinda Gladys.

Por estos días de aniversario, también lo recuerdo con tanta alegría porque su memoria está presente en todo, en las reuniones, en los discursos y en su oratoria, porque si algo lo caracterizaba era la capacidad para dirigirse al público. Por ejemplo, durante el sermón de las siete palabras, la iglesia estaba a reventar porque todo el mundo lo quería escuchar y hablar con él.

En uno de los aniversarios de conmemoración de la vida y muerte de Tiberio, su sobrina Gladys, le cuenta a César A. Marín que su tío se hizo con las uñas, que tenía errores y aciertos como cualquier ser humano, que pese a ello, su compromiso con sus principios y su fe era firme, que asumía el sacerdocio como un sacramento integral. Y cierra con unas bonitas palabras sobre la humanidad de Tiberio:

Celebraba con mucho amor su eucaristía, nos hacía reír mucho en los acontecimientos o reuniones familiares, porque era un experto en echar chistes, un gozón, muy alegre”.

Sacerdocio por una Iglesia que Defienda la Dignidad Humana

También gracias al trabajo de César A. Marín tenemos recuerdos de tu sobrino Gerardo, hermano de Gladys, quien se refiere de modo especial a tu persona como sacerdote. Resalta tú compromiso con el pueblo, tu apropiación de la labor evangélica en términos de tu inmensa capacidad humana de relacionarte e identificarte con las necesidades, el dolor, el sufrimiento y la marginalidad en que vivían tantas familias humildes del territorio de la parroquia. Frente a esa realidad, actuaste como un guía espiritual en una comunidad profundamente católica y creyente, como un guía que comprendió que fe y política no son agua y aceite, que la justicia es la esencia misma del Evangelio. Tu sobrino Gerardo dice en tal sentido:

También es importante resaltar el compromiso para hacer educación política para una cultura democrática, que siempre en estos procesos será mal vista por ciertos sectores de la sociedad que están muy poco interesados en que haya verdadero desarrollo y verdaderas comunidades fortalecidas democráticamente. Él era un personaje que a nivel eclesial daba la impresión de ser muy conservador, muy ortodoxo, y resulta que no: era todo lo contrario, era un ser de vanguardia, de alegría, de libertad y de flexibilidad, porque entendía que el reino de Dios es de gente alegre, comprometida, pero alegre.

En su parroquia vivió su sacramento sacerdotal desde un destacado liderazgo en función del fortalecimiento de los procesos organizativos comunitarios rurales y urbanos, logrando que se constituyeran no menos de veinte cooperativas. Con el apoyo técnico de Podion y la financiación de Misereor gestionó un programa de desarrollo propio, libre de la política electoral local, a la que interpeló con énfasis crítico a la corrupción y a la violencia. Jaime H. Díaz A., Director Corporación Podion, siembra también memoria sobre el Padre Tiberio, gracias a su testimonio sabemos lo siguiente:

Tuve el honor de gozar de una entrañable amistad con Tiberio, quien fue mi compañero de estudio en la Universidad Javeriana. Nombrado párroco en Trujillo (al noroccidente del departamento del Valle) en Septiembre de 1985, desde que llegó a la parroquia desplegó una inusitada actividad a favor de su comunidad, y de manera particular de los más pobres, no se tenía noticia en la región de un párroco tan activo y comprometido por la organización comunitaria y búsqueda de justicia social, a la vez que crítico del sistema político clientelista que imperaba en el pueblo.

Jaime Díaz también nos ayuda a saber que Tiberio rechazó tajantemente la corrupción y el clientelismo de la clase política. A propósito de su obrar cristiano, el Padre Javier Giraldo s.j. nos comparte su testimonio en relación a Tiberio, hablándonos de su participación en el grupo fundador de la Universidad Campesina en Buga, cuenta que era un joven líder agrario extraordinario y entusiasta. En la década siguiente, durante los años setenta Tiberio ya estaba estudiando Teología en Bogotá, muy de la mano de las experiencias de compromiso cristiano. Para el padre Javier, el sacerdocio de Tiberio fue especialmente enfático en la promoción de experiencias organizativas que tuvieran como centro la afirmación de la dignidad humana. En ese marco, las siguientes palabras del padre Javier:

En su corazón tuvieron resonancia todos los gritos de protesta que reivindicaban la subsistencia digna de los cuerpos y lo hicieron vibrar muchas veces los puños cerrados, las manos levantadas y los pies marchantes de las luchas reivindicativas de los excluidos, gestos todos que acompañaban la expresión y el grito de palabras no aprendidas ni impuestas por ningún poder sino que brotaban como manifestación intermitente de cuerpos que comenzaban a ser honestamente fieles a sí mismos.

En abril de 1990, fue asesinado el señor Abundio Espinosa, un activo líder que denunció sin descanso ni reparo los hechos violentos que sucedían en la región. Tiberio se desplazó a Tuluá al sepelio de su amigo. Siendo detenidos desaparecidos por un grupo de paramilitares que interceptaron el campero en el que se movilizaban Tiberio, su sobrina Ana Isabel Giraldo Fernández, el arquitecto Óscar Pulido y José Norbey Galeano. El 17 de abril de 1990 se registra en la historia tu asesinato, su sobrina Gladys recuerda los días previos al crimen:

Días antes de su muerte, luego de regresar de Roma, lo notaba un poco extraño. Él era muy reservado y no le contaba a su familia lo que estaba viviendo por las amenazas que recibía. Cuando él llegó al pueblo, luego de su escala en Bogotá, donde me entregó unos detalles que todavía conservo, lo recibieron como a un héroe, con una caravana desde el aeropuerto de Cali hasta Trujillo.

El día de su muerte recibí una llamada de una prima donde me informaba que mi tío estaba desaparecido. En el transcurso de ese día recibí muchas llamadas de medios de comunicación, pero guardaba la esperanza de que apareciera con vida. Nunca imaginé que lo fueran a matar y menos con la sevicia y crueldad con que lo asesinaron, fue un horror.

Tiberio fue una de las víctimas de los Sucesos Violentos de Trujillo, Valle del Cauca, Colombia. Fue un sacerdote católico que vivió su fe, especialmente los últimos cinco años de su ministerio sacerdotal, en un contexto de persecución y amenazas, de asesinatos selectivos, masacres, torturas, abusos sexuales y hostigamientos. Su mismo cuerpo fue mancillado por el poder criminal que se estructuró en la región, a la persecución y a las amenazas que en vida enfrentó, se le suman la detención desaparición, la tortura física y psicológica, el asesinato, el descuartizamiento y el intento final de desaparición de su cuerpo.

En 1995, la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT), con el aval de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, condenó al Estado Colombiano como responsable. El pronunciamiento de la CIDH obligó al Presidente de la República, Ernesto Samper Pizano, a pedir perdón y a reconocer la responsabilidad del Estado en los hechos ocurridos entre el 29 de Marzo y el 17 de Abril de 1990, en la persona de 34 víctimas. La Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo, que con el apoyo de Organizaciones de Derechos Humanos como CINEP[2], CAJAR[3], Justicia y Paz y MOVICE[4], ha investigado juiciosamente los hechos, habla de no menos de 342 víctimas.

En el año 2016, a través del ministro de Justicia Yesid Reyes Alvarado, el Estado de Colombia reconoció su responsabilidad por los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT) o Masacre de Trujillo, hechos ocurridos entre 1988 y 1992. Valga decir que las acciones de altos funcionarios del poder estatal, se inscriben entre las obligaciones adquiridas en el Acuerdo de Solución Amistosa entre las Víctimas y el Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

De Tu Siembra Heredamos Espiritualidad y Valentía para la Lucha

En 1995 la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT) de 1995, estableció que la responsabilidad de tantos crímenes, fue de una alianza regional entre las estructuras criminales de los narcotraficantes Diego Montoya y Henry Loaiza con las Fuerza de Seguridad del Estado como Policía, Ejército, DAS y autoridades civiles como el alcalde de Trujillo de la época.

Tu sobrino Gerardo, en el dolor de tu asesinato, escribió un durísimo poema para las honras fúnebres de abril de 1990. En esos versos, en medio de la desolación y el dolor de la pérdida, encara a tus torturadores y asesinos, les habla de tu cuerpo que intentaron desaparecer, de tu piel que pretendieron no volviera a acariciar ni a sentir. Les grita que ¡NO PUDIERON!, porque tu cuerpo está en el viento y la brisa, en la tierra que amaste y en quienes amaste.

Tu sobrino Gerardo con la justa ira de quien reclama justicia, habla de tus brazos y tu abrazo, de tu compañía cálida en las victorias y en los momentos de dolor, de esos brazos que levantaban simbólicamente el resultado del trabajo hecho pan y vino en la ofrenda de la fe comunitaria. Les grita que ¡SE EQUIVOCARON! porque tus brazos siguen luchando con y en las comunidades, cuando éstas están tristes durante la represión y cuando ahí en la vileza de la justicia siguen resistiendo.

Tu sobrino Gerardo habla de tu camino y tú caminar, de tus pies que llevaban el mensaje de la paz. Les grita que ¡NO PUDIERON! Porque miles de caminantes son mensajeros que van hasta las ciudades, los pueblos, los campos en donde gritan a favor de la civilización del amor, la solidaridad, la justicia y la paz.

Tu sobrino Gerardo habla de su semilla, de la intimidad de tu humanidad y denuncia que en la sevicia de la tortura, mancillaron tu dignidad corporal. Les grita que ¡NO PUDIERON! porque la capacidad de engendrar la justicia, la verdad, la organización comunitaria ha sido regada por las montañas de nuestros territorios, por las aguas de nuestros ríos. 

El padre Javier Giraldo M. S.J., el martes 23 de noviembre de 2004, durante la Inhumación de los restos del Padre Tiberio Fernández, ante los restos mortales y el sepulcro invitó a peregrinos y feligreses a pensar en profundidad el cuerpo, el tiempo y la historia sobre la vida humana, su sentido y sus desafíos.

Llama a considerar el sello con sangre y la memoria dolorosa que envolvieron el asesinato del Padre Tiberio Fernández Mafla, cientos de personas de su comunidad parroquial y la persecución al proceso organizativo.

El padre Javier resalta el carácter del gesto de recordar y pensar en los hechos y su memoria. Lo plantea en términos de la responsabilidad de “poder exorcizar la amenaza persistente de que esos episodios se repitan con mayor fuerza destructora en el futuro, cuando el miedo y la inconsciencia, cauterizados con olvido, logren neutralizar toda reacción ética frente a las barbaries que nos envuelven”.

Para el padre Javier esa responsabilidad está articulada a la lucha por la subsistencia digna base de la convivencia humana, a las luchas e ideales políticos, a los sueños y utopías, a enfrentar el desafío que interpela desde quienes padecen hambre, injustos encarcelamientos, soledad, desprotección, el desafío que nos grita desde “los pasillos atiborrados de cuerpos discriminados, excluidos, oprimidos y destruidos”, cuerpos que reclaman una “subsistencia digna”.

El padre Javier nos invita a considerar la contradicción intrínseca del cuerpo humano: volcán de vitalidad y de resistencia y fragilidad y vulnerabilidad ante el sufrimiento. En el dolor que padecen las víctimas bajo el poder criminal de sus verdugos, la voz se va apagando, quedando sin palabra y sin texto. Javier sintetiza en la siguiente expresión:

Según ese texto social, la muerte corta definitivamente el acceso a la persona como tal y clausura sus prácticas históricas, haciendo que la persona y sus prácticas entren a formar parte del reino del pasado, que ya no vuelve más.

Y sin embargo, ante la ilegitimidad de los poderes que hieren, destruyen, vulneran, torturan y asesinan, surge la fe que relanza la vida, que confronta al poder. Días previos a la masacre del sacerdote, la sobrina, el arquitecto y el conductor, el Padre Tiberio había proclamado: “Si mi sangre contribuye para que en Trujillo amanezca y florezca la paz que tanto estamos necesitando, gustosamente la derramaré”, con anterioridad había renunciado al exilio que le posibilitó su Obispo en procura de salvar su vida. Tiberio no concebía abandonar a su comunidad y salvarse, mientras seguía la represión estatal paramilitar y mafiosa.

En sus últimos versos, el poema de Gerardo, sintetiza este gesto de resistencia:

Quisieron desaparecer su cabeza,
con ella la creatividad, la inteligencia,
la capacidad de comunicarse,
la alegría, el ingenio, la picardía.
¡No pudieron!
Porque su proyecto no era un proyecto egoísta,
era el Proyecto de Jesús de Nazareth,
cielo y tierra pasarán,
mis palabras jamás pasarán.

Desde una mirada espiritual, aunque la muerte de Tiberio fue de un terror absoluto, de un sin igual poder de difundir miedo, su voz y ejemplo se mantienen en el tiempo y en la historia, en el compromiso vital de quienes pese a la persecución reclaman subsistencia digna, justa, solidaria. Para el padre Javier:

Ese texto precioso, desprendido del cuerpo masacrado del Padre Tiberio, se incorpora hoy a este otro texto monumental que es esta colina de la memoria. El pastor vuelve a sumarse a su pueblo, que ahora, desde la desnudez de unos huesos limpios y ya no vulnerables al dolor, protesta, grita y denuncia, y con el más convincente de los lenguajes, reivindica la dignidad humana y deslegitima las estructuras que destruyen cuerpos con hambre y miseria escoltadas por represión brutal.

El padre Tiberio Fernández Mafla fue firme en hechos y palabras ante quienes robaban a su pueblo. Se negó a ser cómplice y siervo de quienes acaparaban riquezas robando las tierras de las comunidades, explotando su trabajo, saqueando los bienes públicos y comerciando con las mercancías de muerte y violencia. Su condición de sacerdote católico no aceptó ni toleró la injusticia. El padre Javier Giraldo a propósito de la fe de Tiberio, escribe que fue una fe probada en hogueras ardientes, en el dilema de huir o permanecer, esconderse o enfrentar, acompañar o excusarse, protestar o tolerar, poner la vida en riesgo o ser prudente. Podemos deducir ya, que hizo Tiberio.

Si como escribió el padre Javier para el viacrucis, nuestros familiares fueron condenados a muerte por sus sueños y sus organizaciones, por sus liderazgos, por sus protestas, por sus testimonios, por su coherencia, por su entereza. Si soportaron la cruz, como la soportan sus familias, la cruz de la pobreza, el desempleo, el hambre, la injusticia, el terror, el miedo, los crímenes atroces. Si pese a nuestras debilidades tenemos ilusiones y buscamos corregir los errores y evitar a toda costa traicionarnos y traicionar la lucha. Si nuestras madres sufrieron y siguen sufriendo, si ellas mismas fueron ajusticiadas y aun así mantienen su presencia y grito valiente de mujeres consecuentes.

Si no estamos solos en el camino, si en el andar encontramos solidaridad y apoyo de la  familia vecina, si nos advirtieron cuando venían a desaparecernos o nos dieron refugio, transporte y alimento; si en su pobreza compartieron nuestra angustia y pena y resistieron a nuestro lado. Si los rostros de nuestra gente fueron borrados e intentaron desaparecerlos de la memoria y la historia, si rebuscando fuimos creando el baúl de la vida con las fotos de bautizo, el documento de identidad, la primera comunión, una fiesta; si escarbamos en la memoria y esculpimos, pintamos o dibujamos una imagen, un recuerdo.

Sí viviste en carne propia, en tu diario caminar sacerdotal, en tu liderazgo, en tu condición de familiar, amigo, confesor viviste ese viacrucis de la violencia estatal y mafiosa en Trujillo, si en las herida abierta de tu sobrina y tus compañeros de cautiverio, viviste la tortura psicológica, en tus propias heridas padeciste el calvario de mantenerte firme hasta la muerte.

Resucitas en el Pueblo, como dijo el Padre Javier Giraldo M, S. J., en palabras pronunciadas al final del Viacrucis con las Familias de las Víctimas de Trujillo, Viernes Santo, 28 de marzo de 1997 en la Colina destinada a la construcción del Parque Monumento en Memoria de las Víctimas de la Masacre de Trujillo.

Los que visiten este parque monumento dentro de muchos años o dentro de varios siglos, deben leer en sus símbolos nuestra fe en la Vida; nuestra fe en la Resurrección. Entenderán que no nos dejamos destruir por el crimen y que fuimos capaces de recoger con fe la memoria de nuestros muertos y avanzar en la esperanza hacia una humanidad nueva, construida sobre el sufrimiento y el amor, y por ello mismo más valiosa y más digna de la Resurrección.

Sólo podemos corresponderte con la memoria, con la lucha contra el olvido, con procurar siquiera en parte seguir tu digno ejemplo. Solo podemos expresarte admiración y profundo respeto y saber que las ideas y las experiencias de lucha, permanecen en las luchas e ideas de quienes recogen la siembra de las generaciones que les precedieron.

Querido Padre Tiberio Fernández Mafla, ¿qué difícil debió resultar vivir tu vida como líder parroquial en Trujillo? ¿Cuántas angustias, miedos, tristezas? ¿Cuánta impotencia y desdicha en medio de esa violencia y persecución atroz?: ¡QUE VALOR ADMIRABLE EL TUYO! ¡TANTA VALENTÍA LA TUYA!


[1] Boletín de la Fundación Guagua – Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla con apoyo de la Especialización en Educación en Derechos Humanos de UNICATÓLICA – Cali. John Freddy Caicedo-Álvarez.
[2] Centro de Investigación y Educación Popular – CINEP –.
[3] Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo – CAJAR –.
[4] Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado – MOVICE –.


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